La madrugada del 8 de abril, la República Dominicana se estremeció con la dolorosa tragedia ocurrida en la icónica discoteca Jet Set, en el Distrito Nacional, cuyo desplome dejó vÃctimas atrapadas bajo los escombros y un paÃs entero con el alma en vilo.
En las primeras horas, el clamor era claro: rescatar con vida a quienes permanecÃan bajo la estructura colapsada. Sin embargo, una segunda urgencia, igual de vital, se impuso para los organismos de emergencia: contar con sangre suficiente, segura, tamizada y del tipo exacto para salvar a los heridos.
¿De dónde proviene esa sangre que se convierte en esperanza lÃquida? De la solidaridad de los dominicanos, que hoy han suspendido sus rutinas para donar, motivados por el dolor colectivo. Personas comunes que, sin pensarlo dos veces, se han convertido en héroes silenciosos.

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