Somos lo que somos gracias a un paquete genómico transmisible vÃa herencia –genes–, y a una programación cultural que, a través de constructos, comportamientos, costumbres y prácticas –memes–, modela y condiciona nuestro desenvolvimiento social (Dawkins); y que en tiempos de internet y redes sociales se expresan a través de imágenes, archivos de video, audio, combinaciones recÃprocas, etc.
Los memes son explicaciones del pasado, justificaciones del presente y predicciones del futuro. Expresan nuestra visión del mundo, lo que somos, pensamos, decimos o sentimos.
Por eso, el meme en cuestión del tipo sentado con su crush frente al mar, bien hacÃa gracia o bien podrÃa ser una premonición del futuro inmediato… o ambos. Porque en vÃsperas del 14 de febrero valÃa la pena hacer las gestiones de lugar. Porque a pesar de la soledad, siempre se piensa con nostalgia y ganas en ese crush que todos sentimos distante, y que quisiéramos tener próximo a nosotros.
Sin importar lo que diga la RAE o FUNDEU, lo castizo puede esperar. Da igual que el diccionario no lo defina y simplemente diga que es un “extranjerismo crudo”, porque no podrÃa ser de otra forma. ¿O acaso no es asà que se dan los besos?
En lo que los lingüistas se deciden la lengua se expresa de otras formas, y el CapÃtulo 7 de la Rayuela es apenas un esbozo de lo que la imaginación puede decir cuando intenta describir lo que el amor hace. Al margen de sinónimos admitidos, el extranjerismo se impone porque en el fondo describe ese desasosiego que todos sentimos frente a ese amor que tenemos en frente, cerca, en la distancia, o al otro lado de una dirección IP; porque tener un crush es tan natural como querer besar a Helena, que era el crush de Paris, que como no podÃa vivir sin ella se la llevó consigo a Troya… y ya el resto es historia.
Porque todos tenemos un crush en quien pensar y en quien soñar; ese con quien pasarÃamos el mejor dÃa de nuestras vidas, y más si fuera 14 de febrero; dÃa en que el amor juega a los dados y que, a veces, “es caprichoso el azar”. Por eso, sin miedo al éxito hay que hacer esa llamada, marcar ese número y, si no lo toman, escribir ese WhatsApp. Porque tenemos derecho a amar, pero también a soñar.
Y ese convencimiento da la fuerza necesaria para oÃr sin sobresaltos el ascensor cuando sube a la hora señalada; y por eso, quizás por las ansias y ganas de sentir la intensidad del contacto en la boca, es que abrimos la puerta con expectativa; aunque frente a nosotros se encuentre el delivery del colmado, malhumorado porque también quisiera estar con su crush este 14, pero tiene que venir a mi casa a traerme el mÃo. El único que veré hoy, esa botella naranja que será mi compañera y que ahora saboreo con ganas. ¡Salud!

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